24.5.10

La fiebrefobia

Comparto esta información acerca del tratamiento de la fiebre en niños que leí en la página de la Asociación Vasca de Pediatría de Atención Primaria:
El resumen es mio. Quien quiera leer el documento completo...aquí.
A mi me hubiera gustado haberlo hecho, antes de lo que nos tocó vivir durante las semanas que pasaron!

Hay una larga tradición al menos en la cultura occidental, de considerar la fiebre en dos sentidos: como una respuesta a la enfermedad y como una enfermedad en sí misma
Esta doble visión de la fiebre, como síntoma y enfermedad en sí, ha persistido hasta la actualidad, a pesar de nuestra comprensión sofisticada de la fisiopatogenia del control de la temperatura, y aun entorpece el modo en que valoramos al niño con fiebre, como pediatras y como padres.
La palabra fiebre procede del latín fovere (calentar) y se usa habitualmente para designar cualquier elevación de la temperatura corporal. Más específicamente se podría definir como una anomalía de la termorregulación en la que hay un aumento controlado de la temperatura corporal por encima de los valores normales de un individuo.
Cuando el punto de ajuste hipotalámico esta elevado, los pacientes intentan modificar el medio ambiente para mantener su cuerpo a esa temperatura más alta. Los niños pequeños suelen buscar el contacto intimo con una persona caliente (uno de los padres), desean estar mas abrigados, cerca de una fuente de calor, y rechazan alimentos y líquidos fríos, así como también pierden el apetito y refieren cefalea.
La fiebre acompaña a numerosas patologías (banales y graves) y de etiologías muy diversas (infecciones, neoplasias, enfermedades reumatológicas, fármacos, lesiones tisulares como el infarto o embolia, etc.) y asimismo pueden observarse ligeras elevaciones de la temperatura en algunas circunstancias no patológicas, como el ejercicio intenso, excesivo calor ambiental, etc., pero aunque la fiebre es un síntoma y por si misma raramente es una amenaza para el niño e incluso puede ser beneficiosa, modulando procesos metabólicos y optimizando la respuesta inmune, ¿por qué los padres y los pediatras suelen ser tan agresivos en su tratamiento?.
En general debemos tratar la fiebre cuando causa un importante malestar subjetivo al paciente y/o constituya por si misma un riesgo cierto o posible, así como cuando el beneficio de los fármacos antipiréticos sea mayor que sus potenciales riesgos.
No hay un umbral de temperatura en particular para el tratamiento con fármacos, ya que muchos niños toleran fiebres de 40ºC sin parecer enfermos mientras que otros se muestran irritables e inquietos incluso con febrículas.
Los pediatras debemos reconocer el papel que hemos tenido en la creación de la “Fiebrefobia”
Debemos explicar que la fiebre es una de las respuestas naturales del organismo y no una amenaza en si misma, y que la temperatura no se elevará fuera de control peligrosamente, sin otro tratamiento que medidas tan sensatas y simples, como no abrigar demasiado e hidratar adecuadamente.
Dar consejos sobre la fiebre cuando un niño ya esta enfermo probablemente no es tan eficaz como hacerlo en los controles de salud.

Sin duda que los niños toman los fármacos antipiréticos, pero el tratamiento parece estar dirigido más a la ansiedad de los padres y pediatras que al peligro real que la fiebre representa para ellos. En especial para los lactantes, dos factores deberían pesar contra el uso rutinario y masivo de fármacos contra le fiebre. El primero que la vida media de los antipiréticos disponibles están significativamente prolongadas en los primeros meses de la vida, lo que hace que la sobre dosificación inadvertida sea un problema mayor. El segundo, que los lactantes con su mayor superficie respecto al volumen, responden mejor a las intervenciones físicas que reducen el calor corporal, como quitarles ropa y mantas, mejorar la circulacion de aire y mantener buena temperatura ambiental.

Macknin y cols en un estudio prospectivo, relatan la asociación estadísticamente significativa de aumento de temperatura con la erupción dental, siempre de forma leve, el mismo día o uno antes. Aunque en todo niño con fiebre deben considerarse sus necesidades de agua, electrolitos y energía, la base del tratamiento antitérmico son los fármacos antipiréticos, ayudados por las medidas físicas
Los fármacos antipiréticos más empleados son el paracetamol e ibuprofeno, aunque también hay otros de uso menos habitual como el ácido acetil salicílico y el metamizol.

Paracetamol
Tiene efecto analgésico por acción central y periférica, pero carece de efecto antiinflamatorio.
Su acción se inicia en 30-60 minutos, con una vida media de 90 minutos a 3 horas, aunque esta aumenta en RN y lactantes pequeños.El riesgo de toxicidad hepática se incrementa con la edad, ingesta de alcohol, hepatopatía previa, desnutrición o ayuno, e ingesta de medicamentos inductores del metabolismo oxidativo hepático, como la rifampicina, fenitoína o fenobarbital.Debe evitarse en las 6 primeras semanas de vida.La ingesta accidental de paracetamol en niños pequeños es el motivo de consulta mas frecuente como intoxicación en Urgencias de pediatría en España.
Ibuprofeno
Es un fármaco antiinflamatorio no esteroideo. Se usa como antitérmico en mayores de 6 meses.
A las dosis pediátricas recomendadas y en ciclos cortos el ibuoprofeno es un antipirético eficaz y seguro
Actualmente está muy arraigado, con la colaboración y/ o pasividad de los pediatras el uso combinado de paracetamol e ibuprofeno
Diversos autores, tras búsquedas bibliográficas exhaustivas, han concluido que dicha practica no responde a ningún tipo de evidencia científica.
Los perfiles farmacocinéticos y farmacodinámicos de ambos fármacos, su mecanismo de acción similar, sus perfiles de absorción y eliminación parecidos, hacen que no haya ninguna ventaja teórica en el uso combinado de ambos y que por el contrario aumente teóricamente el riesgo de toxicidad.
Se comprueba una gran disparidad de opiniones y criterios cuando se ha preguntado a los pediatras y padres sobre su recomendación y uso de antitérmicos, con errores frecuentes por infradosificación o por sobredosificación (errores en los intervalos).
Por todo ello y ante la falta de evidencia científica que avale la alternancia de antitérmicos (paracetamol e ibuprofeno) esta practica debe ser evitada en el tratamiento domiciliario de la fiebre.
Medidas físicas
La única medida que ha sido objeto de estudios científicos ha sido el uso de “paños/baños húmedos y templados”.
E.Purssell, revisando los estudios donde se compara la eficacia de paracetamol versus paracetamol y paños-baños templados, concluye que estos últimos en el mejor de los casos solo disminuyen la temperatura adicionalmente 0,4ºC al final de la primera hora del tratamiento.
P.Axelrod, llega a la misma conclusión pero comprueba que las medidas físicas pueden ser mas eficaces en regiones con temperatura y humedad elevadas.
Mientras que en el tratamiento de la fiebre de causa infecciosa, las medidas físicas tienen un papel secundario, complementario y de escaso alcance, por el contrario constituyen el tratamiento básico en la hipertermia que acompaña a diversas entidades y en el golpe de calor.
En general, en el tratamiento rutinario del niño febril, solo resultan aconsejables medidas simples como desabrigar al niño, refrescar el aire ambiental, y si se trata de lactantes o niños pequeños, baños/paños con agua templada (30ºC-33ºC) que se deben mantener(sin añadir agua fría) durante 10-20 minutos y ofrecer ingesta abundante de líquidos (especialmente frescos y azucarados).
Nunca
se deben utilizar baños fríos ni paños de alcohol.

Manejo domiciliario de la fiebre
La fiebre es solo un síntoma, pero para las familias es en si misma un gran problema y dedican grandes esfuerzos para combatirla. No sin pasividad y a veces cierta colaboración de los profesionales implicados en el cuidado de la salud infantil, se van
desarrollando cada vez mas actitudes y pautas de comportamiento erróneas e inadecuadas en el manejo de la fiebre infantil.
Las más habituales son:
Excesiva preocupación, temor, incluso fiebrefobia, ante el síntoma fiebre.
Falta de observación y búsqueda de la causa de la fiebre por parte de padres y/o cuidadores en el domicilio.Utilización incorrecta y excesiva de antitérmicos: con BEG, febrícula, uso combinado de antipiréticos, como “remedio para todo”…
Hay que promover un cambio sustancial en la actitud de los padres y cuidadores del niño con fiebre.
Hay que dirigir el interés de los padres y cuidadores hacia la causa de la fiebre mas que a la fiebre en si misma, y observar al niño enfermo en su conjunto para diferenciar la fiebre de causa
banal de la potencialmente grave.

La fiebre (elevación de la temperatura rectal >38ºC) es una respuesta del organismo a múltiples etiologías: infecciosas y no infecciosas. En la mayor parte de los casos se produce en el contexto de un proceso infeccioso y va a durar menos de una semana.
produce en el contexto de un proceso infeccioso y va a durar menos de una semana.
No es excepcional que un niño < 5 años presente 4-5 episodios con fiebre durante un año, especialmente en los meses de invierno.
Independientemente de la edad, la causa mas frecuente de la fiebre en los niños es la infección vírica autolimitada, siendo las infecciones respiratoria y gastrointestinales las más implicadas. La fiebre con frecuencia se acompaña en el niño de otros síntomas como cefalea, astenias, anorexia, vómitos, taquicardia, taquipnea, enrojecimiento conjuntival y/o faríngeo, e incluso convulsiones benignas (niños de 6 meses- 5 años).

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