23.10.08

En un aeródromo

Día de campo. Precioso día en el que por fin el horizonte nos rodeó y llenó nuestro espíritu de libertad.
El aire de campo, de pasto fresco se coló por un día en nuestra vida.

Oli jugó con otros chicos, sin ningún problema. Comenzó por acercarse despacio. Observándolos jugar. Después los chicos, que eran un poco mas grandes, le preguntaban algo, y así,hasta jugar de lo mas sueltos todos juntos.
Nosotros la mirábamos a cierta distancia, tratando de no intervenir. Cada tanto ella nos llamaba, cuando quería que la hamacásemos, pero tratábamos de tardar o no ir para que invente algo.
Ella buscaba impulsarse moviendo los pies y el cuerpo, no lo lograba. Después hacía fuerza hacia los costados, como intentando que la hamaca gire sobre su eje ( eso se lo vio hacer a la hermana); también se paró por primera vez y doblaba un poquito las rodillas haciendo fuerza para que la hamaca se moviera. Nada . Estancadisima.
A esta altura debo confesar que me costaba quedarme sentada y no ir a darle un empujón. Un niño mayor que hamacaba a su hermanito, cada tanto la ayudaba, pero tardaba y volvía a detenerse.
Por fin se dio cuenta que si se recostaba sobre ella y con los pies corría un poquito se movía. Lo practicó un poco y le divirtió. Lo hizo varias veces hasta que logró darle suficiente impulso. levantar los pies y jugar como quería.
Yo feliz! sentí un orgullo. Ya sé que todos terminan aprendiendo a hamacarse pero me encantó verla. Como fue probando y descubriendo ella misma. Sin nuestra intervención, ni consejo.


Esa tarde habíamos elegido ir a ese campo, justamente por que era un aeródromo. Para que Oli pudiera ver de cerca los aviones.
Su primer acercamiento, no fue una experiencia placentera para ella.
Se nos había ocurrido aquella vez ir a la costanera de Buenos Aires, a ver despegar los aviones. Sus hermanas contentísimas, pero Olivia se asustó tanto con el ruido de las turbinas que el comentario durante meses al ver uno en el cielo era:
- no le gusta a Olivia!
De a poco se le fue pasando, y el miedo se volvió curiosidad.
Así que ahí estábamos. En un hangar!


Los miró desde cierta distancia, luego de la mano se fue acercando. Los toco y quiso subirse.
Al final del día vio despegar a uno


El día finalizó con amigos que se acercaron hasta allí para tomar unos mates juntos al atardecer.
Era el día de la madre. Y lo pasamos tan bien...


1 comentario:

Rosana dijo...

Que suerte que Olivia pude tener un encuentro cercano con los aviones, luego de la experiencia estruendosa que tuvo!
Se hincha el corazon cada vez que somos testigos del momento preciso en que nuestro hijos crecen.

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